viernes, 8 de agosto de 2008

La felicidad de Gavira

Gavira, dulce y mística adolescente. Gavira que sueña con una vida feliz se ve frustrada por un hermoso cuerpo que alcanza la indiscreción y que la obliga a ir constantemente al baño. En ese infierno en el que está ciega y en el que día a día se hunde para ser aceptada reside lo absurdo de la vida. Una felicidad que no existe, una sociedad de apariencias, una pantalla endemoniada poseída por un fin ávaro y lucrativo. Lo que vemos a través de ese enchufe no es verdad, las canciones que oímos no son nuestra historia. Nuestra vida no va a ser escrita, no será leída por nadie, no se eternizará en la masa, y menos mal que es así. Esto Gavira lo sabe y recurre a aquello que se parece más a ese calor soñado que nunca tuvo y que nunca tendrá pues lo perfecto es imposible. Orgías de placer, agua hirviendo por el cuerpo, burdeles de carne y sombra. Esos cuerpos desnudos que nos hacen arder, amor pasional, fuego en los miembros, vello y piel en nuestra boca... El baño turco ya está preparado. Bienaventurado aquel que se resista a entrar.

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