viernes, 5 de septiembre de 2008

0 a.C-1936-2008

Si alguien me quitase esta venda,
se reflejaría tu alma en mis ojos grabada con fuego.
Y es que amar nunca fue suficiente,
ojalá el sonido del viento pudiera donde estés,
esto recordarte...
Te amo, te odio, te echo de menos...
Ayer fui a visitarte, mis flores adivinaron que eras tú el que allí yacía inerte, mis mariposas y su inquietud volaban buscándote más no te encontraron en el aire.
Y es que no olvido tu carita de suave roce ni las mañanas que se agotaban en la noche.
Ya las campanas comienzan a vibrar con su triste acompañamiento fúnebre...
Qué difícil es hablarte sin verte, ahí, en la tierra, donde duermes eternamente.
Recuerdo que en tu piedra pulida dibujé un corazón con tu nombre y el mío, un corazón permanente, que no se borrará y que reveindicará lo que siempre fuimos, lo que somos...
Dos hombres enamorados, fusilados en la intolerancia. Felices y sangrantes. Valientes demonios.
Llega el atardecer y su luz canta para mí, me trae tu voz, tu figura serena que me hace respirar. Comienza la guerra del adios. Juré venganza, y me la cobraré, siendo yo mismo, recordando lo que somos, sin tocar un fusil, guardando tu deseo de salvarme. Pues ya no hay sitio para el rencor, la cuerda del dolor se ha tensado...
Ahora vienes y me abrazas, todavía me paralizan tus manos, esos dedos invisibles que me excitan en la oscuridad. Ahora puedo verte con toda claridad, mi venda se ha desatado y ha caído. Ahora estamos juntos, por siempre. Y me miras, y te miro, y te siento, más en seguida despierto...
Ya se hace de día, y en mi ser sigue arraigado este escondite nocturno...Me levanto, ordeno nuestra casa, limpio tus fotos, leo tus cartas, coloco tus cosas, riego el jardín y de nuevo paseo a nuestra perrita por tu lecho, el cual miras sorprendido mientras sigo con mis dedos el corazón que dibujé con tu nombre y el mío. Y me imagino que ries, yo también lo hago, y la efimeridad de las flores que te dejo nos recuerda lo poco que nos queda para que volvamos a estar juntos, para recordar lo que fuimos y disfrutar de lo que somos. Mientras, tu dulce fantasma vive conmigo, él me cuida, y yo lo ayudo a entender lo mucho que te amo. Él no está dentro de mí, yo estoy dentro de él y, en su interior, siendo tuyo, consumo mis días con una sonrisa...