viernes, 3 de julio de 2009

UN RIVAL CHUNGO

La envidia...es un pecado que a muchos le cuesta confesar. Yo, sin embargo, no tengo remordimientos en manifestar esa envidia aplastante que siento hacia ese ser que me eclipsa, o eso creo que hace, en muchos aspectos que considero absurdos y superficiales, pero que no reprimen mis ganas de envolver dulcemente su cuello con mis dos manos y apretujarlo durante al menos media hora hasta que mis dedos lleguen a tocarse. Muy pocas veces he sentido envidia hacia nadie, me refiero a envidia de ese tipo (insana, negativa y despreciable)...Se parece mucho a la que viví hace tiempo cuando me enamoré de un bicho patético que me rechazó y, como consecuencia, tras ello, día a día, me arreciaban las ganas de pisotearlo y destruir el poco respeto social que por entonces (e incluso ahora...) tenía (no creo que nadie lo soporte, puede esconder su frío, repugnante y siniestro carácter...pero no por mucho tiempo...XD). De nada me sirvió...Aunque me divertía a la vez que me placía el verlo sufrir...Quizás la envidia es tan sólo un instinto, un instinto animal que, en estos casos, he de controlar porque no quiero volver a cometer los mismos errores de los cuales aún me arrepiento. Me considero un chico bueno y sensible (quizás demasiado). El problema viene cuando el primer caso de envidiatitis (que está estudiadísimo y, últimamente, muy de moda) tras ser resuelto, sacó a la luz un trastorno mental de género de amor psicopático, en el cual el rechazado tiende a sentir ganas de afincarse sobre aquel que le niega el terreno y, como evaluación, se sobreentiende un posible caso de intentos de manipulación psicológica propios de un ser con baja autoestima que busca un "salvavidas". A pesar de esto, es innegable admitir que los pobres despechados que como yo, reaccionamos así ante un caso parecido o similar, por muy malo o hijo de puta que sea el ser que te desprecia e ignora, llevamos arraigados en nuestra mente el gen del maltratador. Sinceramente, yo llevo poca cantidad en mi sangre de este gen pero ahí está, las causas probablemente se deban al ambiente y al entorno en el que he crecido. El profundo dominio varonil que he mamado desde mi infancia, sin mencionar egoísmos, ansias de poder y dictaduras extremas. Pero no dejaré la culpa para los demás, ya sé dónde me atranco y el porqué. Y puedo poner remedio, con mayor o menor diligencia. Sin embargo, si sigo analizando mis órganos hallo en ellos el virus del machismo, restos de una dictadura en mi garganta y oídos, hasta llegar al frágil esqueleto de una comunidad homosexual intolerante y dañina consigo misma. He hallado las causas de las manipulaciones, los gritos sumergidos en las perfectas apariencias. He hallado el síndrome de una esclerósis que invade poco a poco nuestra sociedad llenando el espíritu del ser humano de mierda pura y dura. La sociedad conformista nunca existió después de todo, a la caridad se le da nombre de altruismo, el hombre no se realiza, la mujer se frustra mientras muchos de los que en el tercer mundo desaparecen por culpa del hambre y enfermedades son tan necios que sueñan con llevar nuestro modo de vida. A esto no se le puede llamar conformismo. Siento asco hacia mi especie, odio mi ser... La competitividad y la maldad me poseen al igual que al resto sin que pueda hacer nada. Y el ansia de llevar una vida superior a la de los demás en todos los aspectos me hace tan infeliz...que me vuelvo frágil ante sueños e ilusiones. Y, de repente, hoy me despierto y me doy cuenta que estoy en un gran cine y mi vida no es más que un gran y sórdido teatro...y no encuentro aliciente que me calme cuando rompo a llorar...y descubro que lo único que me entretiene y me evade lleva puesto el nombre de "alcohol" , "sexo" o "tranxilium". No sé por qué me siento desgraciado y pesimista...quizás sea la sociedad la que me infunda esta sensación. No sé por que me deshago con la brisa y, sin embargo, sobrevivo a huracanes. Tal vez sean los daños colaterales de una sociedad con el corazón carcomido por miles de gusanos, carcomido por todos nosotros al fin y al cabo. Alcohol, drogas y sexo...Nuestros vicios nos ahuyentan de la realidad, cada ser tiene su forma de sobrevivir, quizás la envidia no sea más que un vicio y todos estamos enganchados. Muchas personas definen la vida como una larga y profunda carrera de desgracias, otros, los más inteligentes, prefieren definirla como regalo. ¿Y dónde quedo yo? Ya ni sé si a mis rivales los envidio o los amo...Tal vez sigo sin rumbo buscando a alguien lo más perfecto posible que se haga envidiar, porque si envidio, odio y si odio acabaré amando...Pero eso no es sano...o eso me han enseñado...Lo único que sé es que estoy determinado a estar determinado...la soluciones al resto de preguntas que se formulan en mi vida me las han ocultado con respuestas simples, tan simples que están ahí, escondidas en un cajón situado en frente de nosotros, ante nuestros ojos y,  no obstante, nunca abrimos, por miedo. Pero la vida sigue sin percatarse ni por un segundo de lo que estoy pensando y, poco a poco, me voy adaptando a vivir en el vacío existencial, en su consecuente pesimismo y en la temida inseguridad...Y, sin más opción, me resigno a aceptar mi condición de humano y a disfrutar de ella aprovechando también de la parte buena de la ignorancia, porque aunque no me guste y a veces me cueste creerlo, yo no soy Dios. Y esta es la peor verdad a la que un humano se debe enfrentar.

jueves, 2 de julio de 2009

La Noche en Tours

Cuando no hay nadie tras la puerta las sombras de luz ejercen su peso. El silencio deshiela los recuerdos. Las flores de polvo asfixian la casa. Cuando no hay nadie tras mi puerta, mi voz se encaja en mi alma, se bloquea y se desgarra. Y espero fingiendo la desgana que alguien me llame, ya ni siquiera eso, me basta con un sonido que refleje que hay vida, señal de otra existencia quizás como la mía. Tengo la habitación hecha un horror, he perdido las ilusiones de limpiarla y recogerla. Paso de cuidar mi entorno, paso de mi aspecto. No hay nadie tras la puerta, tampoco nadie llama. Hace frío, las nubes se contemplan desde mi terraza. Los días grises se suceden, a veces hay claros, parece que el día se despeja, pero, en seguida, las nubes vuelven a concentrarse. La electricidad corre entre las paredes, su sonido casi imaginario es el único que me acompaña. A veces desearía hundir mi mano en estos cuatros muros y agarrar uno de esos cables…
A veces suena el viento que se filtra por las rendijas de mi ventana. El me trae ilusiones, ilusiones que se acurrucan y duermen en mi cama. Me siento solo, soledad que yo mismo he elegido y de la cual no me arrepiento. Más vale solo que mal acompañado. En breve volveré a ver a mi familia y eso me dará fuerza. En breve sé que me llegará un amor con su posterior desengaño y, pese a lo último, sé que me dará fuerza para aprender a afrontar mejor el siguiente…porque todo es adaptarse y de todo se aprende. Sé que probablemente muy pronto dejaré de estar solo, puede que vaya tocando. Aunque quizás no sea eso lo que necesito, quizás es sólo lo que deseo…Deseo no estar solo, deseo tener un amor para no sentir más esta profunda soledad anclada en mi corazón. No me da vergüenza aceptarlo y decir que me siento desgraciado, que mis ojos proyectan imágenes de una pena que a veces me cuesta saber de donde viene y hacia donde va. No me da vergüenza admitir que dejo crecer mi barba a lo vagabundo, que mis platos siguen aún sucios, que escojo ropa oscura, que ando sin gana y medio flotando, que lloro con películas de niños, que siento un tremendo agujero en mi estómago cuando veo a parejitas felices besándose, que mi mente se convulsa sola, sin que yo la toque. No me da vergüenza decir que tengo miedo, que estoy asustado, que tengo muchas inseguridades…que soy vulnerable y me siento frustrado.
La tormenta es necesaria para que haya agua en los campos, y como flor que envía su polen al viento que espera ser recogido por otra flor, descubro la respuesta que condiciona mi existencia…y aunque ese polen que fabrico se pierda entre subsuelos y alimañas la respuesta existencial se ha concretado… porque todo lo que escribo se empapa de un generoso suceder que hace crecer cada dulce grano de polen que brota violentamente de mis estambres… Y cada vez tengo menos miedo a que mis ilusiones se rompan…lo único que me atemoriza es que con el tiempo desaparezcan. He abierto la puerta de mi ventana…quizás el frío y un cigarrito me adormezcan. Dormiré mucho tiempo, dormiré hasta que encuentre un motivo por el que levantarme.