domingo, 9 de noviembre de 2008

Perfecto

Lo perseguimos, soñamos a menudo con ello, todos rezamos, lloramos, rogamos por alcanzar la perfección. Yo nunca lo fui para nadie más lo soy de por sí. Yo soy perfecto, soy "el Perfecto", me he enamorado de mí mismo y soy genialmente perfecto. Poseo una belleza que ilumina el mundo de alegría y cantos celestiales. También soy extraordinariamente sexy, soy el chocolate que se derrite con tu roce, soy completamente irresistible, soy un sueño real. No hay nadie que pase por mi lado y no sienta ganas de follarme. Mi química es tal que cada día me masturbo mientras me miro en el espejo espejo y me retuerzo como una víbora pisoteada. El placer es tal que me sostengo en la pared para redimir el placer que cruje mis vértebras. No puedo estar más en lo cierto, soy la mejor persona que jamás haya existido. Yo soy Dios, y me revuelvo contra todo aquel que ose cuestionarme, arranco su cabeza y escupo en su plebeya e infecciosa sangre. El poder está en mis manos, mi destino soy yo, y lo que me rodea se etiqueta en el apartado "juguetitos", caprichos que empachan y me hacen vomitar alejándome de una idea sedentarista manipulada por lo convencional ofertado como novedad. Sí, soy el viajero que viaja sin saber que no va hacia ningún sitio, soy el esposo que busca la verdad en su necio, repetitivo, y consensuado concepto de matrimonio, soy la mentira, la demagogia, la hipocresía, lo que tú eres, lo que tú quieres que sea, lo que tú me obligas a ser, soy la gente, la sociedad, soy el mundo, soy el esclavo prisionero del destino, la sacerdotisa de los males, la aguja oscura que punza y sangra tu espíritu, la alimaña que bebe de tus ojos, la excusa jamás dicha, la voz secreta que escapa entre tus dientes. Soy lo que yo quiero ser, porque soy esclavo de mí mismo, porque soy el Dios de la perfección, el origen de mis sueños, la cama de mi alma, soy la Biblia, el vientre materno, el señor de señores, rey de reyes, el umbral entre el humo y lo taciturno, y es por ello que me hallo en el contínuo de rogarme a mí mismo y pedir a voces mi misericordia, más no puedo, pues como he dicho soy "El perfecto". ¿De qué sirve y para qué sirvió la revolución?