martes, 5 de agosto de 2008

SILVYNO

Silvyno se fue.
No dejó tiempo a replicas, se fue olvidando en mi ojos su recuerdo. Se fue guardándose en un bolsillo mi corazón y esparciendo en mil trocitos mi cuerpo.
Silvyno se fue donde otras flores se desvanecen felices en sus manos.
Silvyno no volvió y ahora mamo este amargor. Mis labios saben a agrio porque Silvyno les absorbió todo su dulzor.
Silvyno se marchó torturando, frente agachada y cuchillo ensangrentado.
Silvyno se fue para joder en ese sitio donde no existe amanecer. Silvyno no me dijo si le vería volver y yo, destrozado, aún le espero. Sylvino se llevó la cura de esta soledad que ahora me ahoga. Y hoy los muertos van acomodando mi lecho vacío, sin luz, donde Silvyno olvidó a paso precipitado un juego de sombras grises que me hieren gravemente sin que pueda evitarlo y me arrojan al lodo pueril y nauseabundo. Y sucio me tambaleo pensando si tal vez Silvyno me amó, si se acordó de mí, si vendrá algún día a rescatarme de este mundo de tinieblas, cementerios y fantasmas donde hoy pasea mi pesar...
Silvyno se fue un día mientras dormía, y, roto de dolor, le pido a Dios que vuelva...

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